Yo no sé todavía cómo existe, cómo ha venido a mí y está creciendo la indócil llamarada que no enciendo y esta emoción que tiembla y que persiste.
No sé si estar alegre o estar triste, ya no entiendo la voz sino el acento, ya no busco ni espero ni presiento: apenas sé que estoy. Que está. Qué existe.
Pero cómo saber si es sólo un juego: neblina, soledad, engaño, fuego. ¿Es un juego? Pues bien, hay que jugarlo
con una dulce complacencia esquiva o una total entrega fugitiva. ¿Y si fuera el amor? Hay que aceptarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario